Ya están llegando las familias de grullas a las lagunas de El Oso y al Azud de Riolobos (El Villar de Gallimazo). Han dejado sus territorios de cría del Norte de Europa para pasar el otoño-invierno con nosotros y evitar así los hielos y los suelos nevados de esas latitudes. Aquí encontrarán la seguridad que le ofrecen unas aguas someras que difícilmente se congelarán y que, en las largas noches, les permitirán oír el chapoteo producido por un zorro o cualquier otro depredador que se acerque a ellas. La bellota y los granos de maíz caídos tras la cosecha serán parte de su sustento hasta que nos dejen hacia mediados de marzo.
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