Las aves más emblemáticas de nuestro centro son los aviones comunes -que llegan en primavera y se van apenas comenzado el nuevo curso- y los pardillos, que nos acompañan todo el año.
A mediados de abril los pardillos comienzan a construir el nido en el gran seto de arizonia. Se trata de una verdadera obra
de arte, que construyen con hierbas finas, cortezas de árbol, musgo, pelos de
animal, raicillas, borra de cordero, etc. El interior de la copa lo forran con vilanos de diente de león y plumón.
La puesta por lo general es de cinco huevos, pero puede
ocurrir que sean cuatro o incluso seis. La incubación la lleva a cabo
únicamente la hembra, mientras el macho pasa prácticamente toda la jornada
cantando en los alrededores del nido. Esto es raro, porque sus estrofas descubren la
presencia del nido a las urracas. El gato del conserje también está al acecho. Aunque esto no es óbice para que cada curso salga adelante un buen número de nuevos pardillos.
El macho luce una intensa coloración roja sobre el pecho durante el periodo reproductivo. De hecho, ese color está ya presente en invierno aunque no tan destacado.
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