viernes, 24 de junio de 2022

Sedum album (Uva de gato)

La uva de gato es una hierba perenne que vive muchos años. Se asienta en sitios de lo más inhóspito: cunetas de carreteras, vías de tren, cornisas, muros de cemento. En las ciudades es una experta funambulista y se encarama a balcones y tejados, y así la podemos ver de camino al CEPA El Inestal. 

Sus hojas son carnosas, lo que la convierte en una planta suculenta. No es que esté buenísima, es que se las ha ingeniado para acumular agua y nutrientes en alguna parte de su cuerpo. Igual que hacen los cactus, por ejemplo. A las suculentas también se las llama plantas crasas. 

Cuando llega el verano, en lo peor de la calorina del estío, sus hojas pierden una gran cantidad de agua. En consecuencia se pone de un tono rojizo anaranjado. Si la planta siente que se empieza a deshidratar por la falta de lluvias, cambia su modelo de fotosíntesis. En vez de mantener los estomas abiertos durante el día, que son las horas de mayor deshidratación, los cierra por completo. Sólo los abrirá cuando llegue la noche. Su pariente el ombligo de Venus comparte esta estrategia con la uva de gato. 

Dentro de los variados usos que se le ha dado está el de curar las heridas cutáneas, ya que es cicatrizante y limpiadora de impurezas. Además sus hojas se han comido como aperitivo. 

Existe la superstición de que tocar esta planta da buena suerte, cosas que no sé si es cierta, pero sí que es verdad que sus hojas tienen un tacto muy agradable. 

Texto: Una flor en el asfalto. Raquel Aparicio y Eduardo Barba.




 

No hay comentarios:

Publicar un comentario