lunes, 6 de febrero de 2023

La chovas piquirrojas del convento salmantino de las Claras

En el convento salmantino de las Claras se puede observar, a la altura de los ojos, gracias a unas pasarelas instaladas con este propósito, un precioso artesonado mudéjar. Esta maravilla permaneció oculta durante siglos entre la bóveda y el tejado de una iglesia barroca construida sobre el anterior templo, que había sufrido un incendio. Entre las figuras representadas hay leones, castillos, quimeras y dragones, pero sobre todo destacan unas aves con plumaje negro y pico y patas rojas, córvidos que no se pueden ver en los campos de Salamanca y que tampoco se suelen encontrar representados en ningún otro edificio civil o religioso, habiendo sido el biólogo salmantino Raúl de Tapia Martín (Raúl Alcanduerca) el primero que advirtió de su presencia por medio de una entrada en su cuenta de  Facebook, que comenzaba con la pregunta "¿Un ornitólogo en el siglo XIV?".

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Se trata, sin duda, de chovas piquirrojas (Pyrrhocorax pyrrhocorax), aves habitantes de los tajos fluviales, de las escarpadas paredes altimontanas, de los roquedos serranos, de los acantilados costeros y, en general, de los más abruptos y ásperos parajes. 


Chova piquirroja. Ilustración de Nacho Sevilla. 


Chova piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax)

Así las cosas, la pregunta que surge al ver estas aves allí representadas  es: ¿qué hacen unas chovas piquirrojas en un artesonado mudéjar del siglo XIII? Para mí la respuesta es que no se trata de una casualidad que estas aves se encuentren a tiro de piedra de la iglesia románica de santo Tomás Cantuariense, santo inglés antes conocido como Thomas Becket, arzobispo de Canterbury, al que en el siglo XIII se le atribuyó un escudo de armas con un campo de plata y tres chovas piquirrojas, blasón que se incorporó en el siglo XIV al escudo de la ciudad de Canterbury y que todavía luce actualmente. 


Escudo de armas del arzobispo Thomas Becket.


Escudo de la ciudad inglesa de Canterbury. 




Iglesia de santo Tomás Cantuariense en Salamanca.

Y, ¿por qué al arzobispo se le atribuyó un escudo de armas con tres chovas piquirrojas? La leyenda nos cuenta que un cuervo entró en la catedral de Canterbury el 29 de diciembre de 1170 y descendió sobre el cuerpo sin vida de Thomas Becket, que acababa de ser asesinado por cuatro caballeros al servicio del rey Enrique II de Inglaterra, que por entonces tenía grandes desavenenecias políticas con el prelado. Caminando el ave por encima del charco formado por la sangre que brotaba del cadáver, sus pico y sus patas se tiñeron de rojo, convirtiéndose así milagrosamente el cuervo en chova piquirroja.

La iglesia de santo Tomás Cantuariense se fundó en 1175 y su construcción se sufragó con los fondos aportados por unos hermanos ingleses de nombre Ricardo y Randulfo, que trabajaban como maestres en la escuela catedralicia de Salamanca. Esta iglesia fue de las primeras que se dedicó al santo inglés de Canterbury, apenas dos años después de su canonización en 1173 y a los cinco años de su fallecimiento por martirio. Es de suponer que cuando se construyó la iglesia del convento de las Claras, unos sesenta años después, se hizo teniendo en cuenta la advocación de este otro templo del barrio de repobladores portogaleses, y éste fue el modo como las chovas piquirrojas terminaron representadas en el artesonado mudéjar.


El asesinato de Thomas Becket en la catedral de Canterbury.

Y hay mucho más que contar sobre esta apasionante historia, pero eso lo haremos en otro capítulo. 

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